Para los que normalmente me leéis puede que este artículo os resulte obvio, sin embargo quería compartir algunas ideas que en los últimos meses me han ido surgiendo trabajando con empresas que en estos momentos están redefiniendo su modelo de liderazgo.
El punto de partida para definir lo que una empresa espera de sus líderes es el propósito, su razón de ser como organización, la huella que quieren dejar en la sociedad. El propósito de una empresa condiciona todo lo demás: la visión, la estrategia, las acciones…, en definitiva, la cultura de una organización. La primera materialización del propósito es la visión, la proyección de la empresa a futuro. Si visualizamos donde queremos estar podremos trazar una estrategia y definir planes para alcanzar los objetivos.
En este contexto, muchas empresas suelen aspirar a ser líderes, sostenibles, innovadoras, socialmente responsables, contribuir a una sociedad inclusiva con igualdad de oportunidades, etc, etc, etc. Algo que no pueden conseguir sin LAS PERSONAS.
Y ahí es donde empezamos a trabajar nosotros: ¿Qué tipo de personas necesitamos para conseguir lo que queremos ser como empresa? La respuesta a esta pregunta está condicionada por los comportamientos que la empresa necesita para lograrlo. En el 95% de los modelos de liderazgo de las empresas se incluyen comportamientos como fomentar la innovación, promover un entorno saludable y de confianza, actuar con responsabilidad, dar visión, empoderar e implicar a los equipos, apoyar el desarrollo de los colaboradores, motivar, desarrollar y compartir conocimiento, cultivar relaciones internas y externa, sacar lo mejor de cada uno, persistir ante las dificultades, cuestionar el status quo y decidir con valentía.
Y es ahí donde quiero dirigir vuestra atención. ¿Qué característica puede ayudar a una persona a desplegar todos estos comportamientos? Está claro que son muchas las cuestiones que influyen en nuestra tendencia natural de comportamientos pero si hay algo común a todas ellas esa es la GENEROSIDAD. Me doy cuenta de que todo lo que necesitamos de un líder implica generosidad.
La generosidad implica compartir voluntariamente lo que uno le pertenece, ya sean sus conocimientos, sentimientos, experiencias, tiempo o recursos, sin esperar nada a cambio, priorizando los intereses del grupo frente a los individuales. La generosidad puede darse de forma material o intangible. Podemos reconocer económicamente los esfuerzos de un equipo o simplemente escucharlo cuando tiene un problema; en ambos casos estaríamos actuando con generosidad.
Si para innovar es importante estar actualizados respecto a las principales tendencias, necesitamos personas que compartan sus conocimientos. Si para motivar y animar a los equipos necesitamos conocer sus inquietudes y saber qué les preocupa, necesitamos personas que inviertan tiempo en escuchar. Si para apoyar y desarrollar al personal necesitamos tener identificadas sus fortalezas y áreas de mejora y proporcionar feedback constante, necesitamos personas que inviertan su tiempo en otros. Si para superarnos necesitamos cuestionar nuestra propia forma de hacer y confrontar las ideas de otros, necesitamos personas que antepongan los intereses de la organización e inviertan sus esfuerzos en conseguir lo mejor para todos. Por tanto, si algo puede predecir el potencial de un líder creo que es su GENEROSIDAD.
Pero este rasgo no funciona si solo lo aplica una persona. Imaginemos una organización en la que solo una persona fuera generosa (…!!!). Ahora hagamos el ejercicio contrario; imaginemos una organización donde todos fueran generosos, donde todos compartieran su conocimiento, su experiencia, sus contactos,…
Como dice Xavier Marcet, en un mundo tan competitivo no es nada fácil defender los principios del management humanista, basado en la empatía, la humildad y la generosidad. Pero aludiendo a sus propias palabras, “humanismo no es buenismo” y después de haber hecho un análisis objetivo de los comportamientos que quieren impulsar las empresas en sus líderes, es evidente que necesitamos aumentar la dosis de generosidad.
Viéndolo así, se me ocurre aconsejaros que a la hora de seleccionar a los futuros líderes de nuestra organización pongamos atención a este rasgo, ya que sin él probablemente será difícil que se promuevan las conductas necesarias para alcanzar el éxito.
Judith Mestre, Manager
Desde Morgan Philips te ayudamos a definir e implantar tu modelo de liderazgo, y hacer un diagnóstico del estilo de liderazgo actual